Osvaldo Echevarría: “Antes de que tire la pelota al aro, prefiero ver cómo maneja su cuerpo”

Luego de la realización del Campus de Peñarol, Osvaldo Echeverría habló de la experiencia y además de lo que representa la formación de los jóvenes talentos. “Somos el Campus número 1 a nivel clubes, no escondemos nada”, remarcó.

Osvaldo Echeverría, uno de los grandes formadores del básquet de Peñarol. (Foto: Prensa Peñarol)

Pasó el número 15 con casi 100 participantes. Se viene uno en Rosario a principios de marzo y el de invierno ya tiene fecha. El Campus de Peñarol no para. Y uno de sus principales referentes tampoco. Osvaldo Echevarría, uno de los mejores formadores de jugadores del país, charló con el área de prensa para hacer un balance de lo que pasó, contar lo que vendrá y hablar sobre su trayectoria. “Estamos muy contentos con el Campus que pasó. Además de mucha gente de Argentina, vinieron jugadores y entrenadores de Brasil, Venezuela, Perú, Ecuador y Chile. Las fronteras se van ampliando. También confirmamos que haremos uno en el club Sportivo Federal de Rosario del 1 al 5 de marzo y el de invierno en nuestro club será del 17 al 22 de julio”, destacó el “Negro” antes de mencionar las claves por las cuales el Campus es un éxito.

“Fue muy fructífero de acuerdo a lo que nosotros buscamos. El nombre lo dice: es de tecnificación y reclutamiento. Estamos muy encima de todo lo que es corrección y enseñanza. No escondemos nada y mostramos qué es lo que hacemos durante todo el año con los jugadores del club. A los chicos les muestro todo antes de empezar y se dan cuenta que hacen los mismos trabajos que Facundo Campazzo, Marcos Mata y Franco Giorgetti, por citar ejemplos. Y para los entrenadores también es muy bueno porque hay cosas que, por falta de tiempo no pueden trabajar. Si vos tenés una hora y un poco más para entrenar, después de la entrada en calor te quedan 45 minutos para trabajar con el equipo y a veces hay cosas de fondo, de fundamentación, en las que no se pueden enfocar”, agregó quien dirigiera al plantel profesional de Peñarol en la temporada 2003-2004 tomando un barco casi hundido y sacándolo a flote.

– Si bien sos entrenador, tu trabajo en el club es diferente al de aquel que tiene a cargo una categoría.

– Tengo más tiempo para la formación. Es un trabajo distinto y a mayor plazo mientras ellos se enfocan en las competencias. La idea del club es formar, le damos mucha importancia a los trabajos de técnica individual, a tal punto que todo jugador que no pase por esta sección no da el salto a la Liga. Es el paso antes, es el filtro. Es la iniciación al profesionalismo. No trabajamos solo dribbling o defensa, trabajamos la conducta del jugador, porque tiene que saber que en el paso siguiente debe escuchar y trabajar y no llevar un problema de mala conducta o mala actitud al entrenador de la Liga. Tienen la Liga Nacional en la palma de la mano, la tienen que cerrar, agachar la cabeza y trabajar como corresponde para ser un jugador puro en lo deportivo, lo moral y lo educativo. Esa es la idea del club y del Campus.

– ¿Cuáles son las claves por las que el Campus se mantiene vigente?

– Muchas. Creo que una es no esconder. Se muestra claramente lo que hacemos acá. Después de cada Campus, los padres nos mandan lo bueno y lo malo escrito por mail. Y algo que me llamó la atención y se lo mostré a Domingo Robles, el presidente, es que un matrimonio de entrenadores brasileños dijo que si les preguntan de qué equipo argentino son fanáticos, van a decir de Peñarol antes que Boca o River.

– ¿En los mails reciben críticas?

– Obviamente. Nos recomendaron que agilicemos el tema de la inscripción porque a veces hacen cola de dos horas. Lo vamos a mejorar para el próximo.

– ¿Y qué cosas buenas destacan los participantes?

– La organización, los trabajos, el trato y el respeto de los entrenadores. Invitamos a los padres a la presentación, a los trabajos, a las charlas de nutrición, reglamento y psicología. Los dejamos filmar también, pueden traer el mate. Somos el Campus número 1 a nivel club. No hay secretos.

– ¿Te acordás del primero?

– Claro que sí. Lógicamente que con el correr de los años hemos cambiado mucho. Año a año incorporamos ejercicios, incrementamos intensidad y también incorporamos otras cosas como las charlas. En el último tuvimos un pediatra. Si los padres pueden preguntar se da un intercambio muy bueno.

– Durante todo tu amplio recorrido en el básquet hubo muchos cambios sociales, en los pibes y también en el deporte. Es decir, no era la misma época la de los 15 años de Marcos Mata que la de “Juani” Marcos. ¿Cómo te has ido amoldando?

– Mi evolución es permanente. Yo soy un loco y un fanático del básquet. Nunca me quedo quieto. Después de los entrenamientos vuelvo a casa y me siento en la computadora para empezar a bajar ejercicios e ideas de Serbia, por ejemplo. Eso me sirve para ver qué me hace falta y en qué nivel estoy. Chateo con entrenadores e intercambio ideas. Tengo la necesidad de estar permanentemente “hurgueteando” y buscando cosas distintas. Los jugadores nuestros se dan cuenta y me dicen “Osvaldo, esto es nuevo”. Y sí, es nuevo. Y además les explico para qué les va a servir en el juego. El jugador debe saber lo que entrena, no es que lo hace porque a mí se me ocurrió.

– Ponés siempre como ejemplo a Mata y Campazzo. El trabajo realizado con ellos te da la pauta de que hacés las cosas bien.

– Los pongo como ejemplos cuando doy la charla inicial de cada Campus. Tengo dos videos que para mí son el himno nacional. Los grabaron después de los Juegos Olímpicos de Londres. En uno, Mata dice: “Cuando terminamos una temporada lo llamamos a Osvaldo para entrenar con él y reforzar todo lo que venimos haciendo”. Y Campazzo dice: “Todo lo que ustedes van a hacer en el Campus, yo lo hice con Osvaldo durante mucho tiempo y me sirvió para llegar a donde llegué. Incluso hoy lo sigo entrenando”. Pongo eso y los pibes escuchan lo de esos monstruos y se mueren. Y creen en lo que están haciendo.

– Desde tu punto de vista, ¿qué tres o cuatro cosas tiene que tener un pibe sí o sí para llegar a la Liga Nacional?

– Yo creo que empiezo al revés en la selección. No sé si está bien o está mal, pero es lo que a mí me da resultado y lo voy a seguir haciendo. Antes de que tire la pelota al aro, quiero ver cómo maneja su cuerpo. Hay algunos que no saben levantar las piernas para correr. Para llegar a enseñarle a agarrar la pelota y tirar tiene que tener balance de cuerpo, coordinación, manejar las piernas. Porque todo lo que viene después necesita esa base. Empiezo por acomodar el cuerpo. Una vez que trabajé eso durante 15 o 20 días, le tiro la pelota. Después, tiene que mostrar ganas de progresar. Hay algunos que avanzan por inteligencia y otros por cantidad de ejercicios. Quizás los dos llegan a lo mismo, pero uno lo hará más rápido. Y después, en el juego, lo primero que me fijo es qué hace sin la pelota. Porque con la pelota jugamos todos. Cuando recluté a Campazzo en el 2006 pasó eso. El mocoso tenía 15 años y entró en un partido de U18 de Unión Eléctrica de Córdoba contra Peñarol cuando le ganábamos por 20 y se mostró, se enojaba porque no se la daban, ocupaba bien los espacios, la iba a buscar. Demostró soltura y vivacidad.