Bernardini: “Tenía ganas de volver un tiempito a Argentina para estar más cerca de mi familia y mis amigos”
El escolta rosarino se convirtió en la última incorporación de Unión de Mar del Plata para la Liga Argentina. Tras tres años en Portugal, Bernardini vuelve al país para aportar su experiencia en un plantel joven y afrontar un desafío especial en la ciudad donde se crio más allá de ser rosarino.

El regreso de Matías Bernardini al básquet argentino tiene un condimento especial: lo hará defendiendo la camiseta de Unión de Mar del Plata, la ciudad donde se crio de niño. “Hace tres años me fui para Portugal, por suerte me ha ido bien, pero la verdad se extrañaba un poco el país y tenía ganas de volver un tiempito a Argentina para estar más cerca de mi familia, mis amigos. Justo se dio la casualidad de que vengo a Unión, en la ciudad donde me crié”, explicó.
Formado en Kimberley e hijo de un histórico campeón de Liga con Peñarol (Ariel), el escolta reconoció la carga emotiva que tiene volver a Mar del Plata: “Mi vieja la ama, y a mi papá siempre le han demostrado mucho afecto. Estoy con muchas ganas de llegar, empezar a entrenar, conocer a los chicos y estar con el entrenador”.
Con un plantel joven en el que tendrá un rol preponderante, Bernardini valoró lo hablado con el cuerpo técnico: “Lo que me pidió el entrenador es intentar dar un poquito mi experiencia. Creo que debo ser de los más grandes del equipo, así que trataré de aportar lo que fui aprendiendo con los años y darle una mano a los chicos que tienen menos experiencia. Si forman parte de un equipo profesional, talento tienen. Hay que ir de a poco, conocernos, porque nunca jugué con ninguno de ellos y tampoco ellos me conocen a mí. Tenemos 40 días para agarrar química entre todos”.
Sobre su paso por el básquet portugués, describió: “Fue una experiencia muy buena. Es un básquet muy físico, con muchos jugadores atléticos de Angola, Cabo Verde o Mozambique. Cada equipo tiene pívots que vuelan, es muy exigente. A la vez, los portugueses le imprimen un juego más táctico, con buenos tiradores. Es un mix que hace que la liga sea muy dura. Jugué en la segunda y en la primera, que es de ingreso a Europa, con jugadores NBA o extranjeros jóvenes de mucha calidad”.
El paso al exterior llegó en un momento clave de su carrera: “En ese momento tenía la chance de ir a San Lorenzo, pero con mi esposa queríamos cambiar un poco y probar algo distinto. Un amigo brasilero me habló de un equipo en Portugal que se armaba para ascender. Fui con incertidumbre, con miedo, pero con ganas de probarme en otro país y por suerte me salió bien. Me crucé con buena gente, me ayudaron a adaptarme y terminé muy contento con la experiencia”.
Más allá de la distancia, nunca dejó de seguir lo que pasaba en Argentina: “Siempre estuve pendiente. Tengo muchos amigos que juegan al básquet y en Mar del Plata soy muy amigo de Andrés Lugli (ex jugador de Quilmes), con quien hablaba seguido. Sé lo duro que es el básquet argentino y la Liga Argentina. En Rosario lo mismo, el básquet local tiene un nivel altísimo que en otros países no existe. En Portugal, por ejemplo, ni siquiera tienen torneo local”.
Respecto a Unión, destacó la seriedad de la institución: “Me hablaron muy bien del club. Intentan siempre no pasarse de sus posibilidades, y eso es muy importante. Me contaron que el entrenador y los dirigentes son muy serios. Franco Rivero, que jugó muchos años ahí, también me habló muy bien. Me lo imagino como un club de barrio que ha ido creciendo, pero sin perder su esencia de familia”.
Bernardini se sumará en los próximos días a los entrenamientos: “Estoy esperando que me confirmen el tema de la casa, porque arreglamos sobre el final y estaban cerrando eso. Pero ya tengo todo listo, de Rosario a Mar del Plata me tomo el bondi de la noche y al otro día estoy entrenando”.
