El viaje inolvidable de Quilmes

OPINION. – Después de un intenso año, Quilmes cerró la temporada disputando las finales de la Conferencia Sur cuando había pocas expectativas en el inicio de la temporada. El análisis de Jordan Pérez Urrutia.

Quilmes finalizó una exitosa temporada. (Foto: Carlos De Vita)

Por Jordan Pérez Urrutia (@JordanPerezU)

Quilmes tuvo una temporada fantástica. Pero por sobre todas las cosas, lo que uno no puede dejar pasar por alto, es que este plantel evolucionó constantemente durante todo el año: Pasó de ser un equipo armado casi a último momento, a ingresar en la última plaza a los playoffs; de pensar en no jugar el playoff por el descenso, a llegar a las finales de la Conferencia Sur; de ser un equipo más, a convertirse en un verdadero protagonista de nuestro básquet nacional. El “Tricolor” volvió a demostrar por qué es diferente, esta vez de la mano de un “hijo de la casa”, Javier Bianchelli, piedra fundante de este Quilmes 2016/17 que quedará en la retina de sus hinchas y de los amantes de este deporte por su entrega y sacrificio a pesar de las vicisitudes que se le presentaron en camino.

Los “Cerveceros” lograron mucho esta temporada, pero no todo comenzó tan bien para ellos: Desde el inicio ya sabían que no contarían con Walter Baxley, uno de los mejores extranjeros –si no el mejor– en haber pasado por el club, además de la partida de Tayavek Gallizzi a Quimsa y tener sólo una ficha mayor confirmada. Ésta era la de Luca Vildoza, quien un mes más tarde sería vendido al Baskonia de España, y a su vez, cedido por el equipo europeo para jugar así durante una temporada más en el club de sus amores. Con problemas para armar el presupuesto, surgió la incertidumbre sobre seguir, o no, en la Liga Nacional de Básquetbol. El presidente del club, Pablo Zabala, junto a toda la dirigencia, decidieron trabajar para salir adelante y redoblaron esfuerzos. Fue así como lograron los dos primeros de muchos aciertos durante este año: Jugar La Liga y contratar a Javier Bianchelli como director técnico.

Con el entrenador como estandarte, todo Quilmes se movió rápidamente en el mercado de pases con el objetivo de armar un plantel preparado para lo que se avizoraba como una dura campaña por no caer en las últimas posiciones. Llegaron muchos nombres, la mayoría de ellos experimentados. Un escolta/alero triplero como Enzo Ruiz, y el alero tirador Diego Cavaco –ambos con pasado en el “Cervecero”–, además de dos internos anotadores y complementarios como Iván Basualdo y Ariel Eslava, el alero/escolta canadiense Olumuyiwa “Olu” Famutimi, se le renovó el contrato al defensor de elite Ivory Clark y la dirigencia apostó por el joven y explosivo escolta ex San Lorenzo, Eric Flor (otro gran acierto).

Famutimi no rindió como esperaba Quilmes y fue cortado. (Foto: Carlos De Vita)

Éstos, sumados al capitán, Luca Vildoza, y las fichas juveniles (Bruno Sansimoni, Jeffrey Merchant, Juan De La Fuente y Tomas Reimundo) comenzaron la travesía del “Cervecero” en una nueva temporada. Sin embargo, la campaña en esta Liga Nacional comenzó con el pie izquierdo para los de Bianchelli: Las expectativas propias de un equipo en la previa de un clásico se esfumaron luego de aquella bofetada propiciada por Peñarol. Una diferencia de casi treinta puntos a favor del rival de toda la vida, no era señal de que este equipo pudiera llegar muy lejos en sus aspiraciones. Pero en aquel entonces estaba claro que todavía era demasiado temprano para caer en un análisis tan tajante en cuanto al desempeño de los jugadores, no sólo individualmente, sino que también en su conjunto.
“Olu” Famutimi, el experimentado canadiense, fue una de las incorporaciones en las que el presidente del club, Pablo Zabala, confiaba para ser pieza clave de este Quilmes. El foráneo, sin embargo, no respondió dentro del campo de juego. En ningún momento se lo vio cómodo en los diferentes esquemas ofensivos diagramados por Bianchelli y compañía, y mucho menos mostrando el carácter e intensidad que cualquier entrenador necesita y exige de sus dirigidos. Finalmente, tras diez partidos disputados en La Liga, Famutimi fue “cortado” y selló así su paso con más pena que gloria por el “Tricolor”.

Días más tarde, la dirigencia cerró la incorporación de su reemplazante, Tracy Robinson. El alero estadounidense de 2,01 metros arribó al club, y de ahí en más fue otra la historia: Robinson no llegó para ser la primera opción ofensiva, eso quedó demostrado durante los juegos iniciales, pero a lo largo de la temporada fue muy importante en ambos lados de la cancha, incluso entrando desde el banco de suplentes. ¿Sus números? 12 puntos, cuatro rebotes y dos asistencias por juego durante la fase regular. Puede parecer poco para un extranjero, pero su nivel consistente y equilibrado le valió permanecer en el equipo hasta el final del camino. Siendo importante, al igual que todas y cada una de las piezas de este rompecabezas de tres colores.

Tras un comienzo algo irregular, el equipo fue tomando forma y mejorando en base al trabajo en conjunto y cuatro premisas claras en su estilo juego: Intensidad defensiva, contragolpe, pick and roll y pase extra, fue la fórmula implementada exitosamente por el entrenador Bianchelli. No obstante, las lesiones a lo largo de la temporada atentaron contra las mejorías en el desempeño colectivo: Enzo Ruiz, Diego Cavaco y Bruno Sansimoni fueron los que se perdieron más encuentros –de estos dos últimos, sólo el alero tuvo unos minutos en playoffs–. Sin embargo, el entrenador supo mover las piezas y administrar los descansos de un plantel que redobló esfuerzos constantemente. A pesar de esto, sabiendo que Cavaco se perdería los dos meses restantes de competencia, la dirigencia se contactó con Maximiliano Maciel quien, si bien se encontraba en un largo período de inactividad, se sumó de inmediato a las filas del conjunto “Cervecero”. Con más “piernas” disponibles, los resultados comenzaron a aparecer, y pasado el Ecuador de la temporada, Quilmes se dio el “lujo” de dejar de mirar hacia abajo en la tabla de posiciones y empezar a soñar con algo más grande.

El grupo fue muy importante en Quilmes. (Foto: Carlos De Vita)

Ese “algo más grande” eran los playoffs. Instancia a la que acceder, de por sí, ya era un premio para el sacrificio del equipo. El “Cervecero” se enfocó en no pensar en sus rivales –que desde el vamos tenían planteles mejor armados- y se decidió a hacer realidad ese sueño. Al comienzo parecía un duelo “mano a mano” entre el “Tricolor” y Argentino de Junín por esa sexta y última plaza a la postemporada. Y a pesar de caer en el partido que jugaron entre sí, Quilmes se siguió aferrando a sus anhelos. Con el hoy finalista de la competencia, San Lorenzo, y sus escoltas, Ferro Carril Oeste y Weber Bahía Basket en playoffs, cuatro equipos pugnaban por ubicarse en esas tres posiciones restantes: Argentino, Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia, Obras Basket y Quilmes.

Con menos de cinco juegos restantes en la temporada, el “Cervecero” confirmó su buen año al superar como local y visitante a Obras. Esto fue clave para que los de Bianchelli accedieran a los playoffs en la sexta y última ubicación, relegando así a los dirigidos en ese entonces por Nicolás Casalánguida. Todo fue fiesta en el “Tricolor”, pero estaba claro que el equipo sabía que la clasificación sólo había sido el comienzo: Quilmes se convenció de sus facultades y empezó a pensar en grande impulsado por ese positivo “sprint” sobre el cierre de la fase regular.

El rival en cuartos de Final de la Conferencia Sur, fue el tercer clasificado de la zona, Bahía Basket. Fue así como se produjo otro duelo entre dos colegas entrañables: Sebastián Ginóbili, entrenador de los bahienses, enfrentó a Javier Bianchelli, su amigo de muchos años. En la serie al mejor de cinco juegos, Quilmes comenzó con dos caídas en la ruta: La primera fue una verdadera paliza en la que los locales ganaron por 41 puntos –el propio entrenador “Cervecero” catalogó ese juego como uno de los peores de su equipo en el año–. El segundo fue mucho más parejo y apegado a la realidad de un “Tricolor” que terminó perdiendo por sólo cinco tantos.

Al volver a la ciudad, Quilmes se enfrentaba a una eliminación temprana. Pero apareció un Eric Flor sublime que aportó 32 puntos en esa primera victoria de tres al hilo en la serie, para un “Cervecero” que supo encontrarle respuestas a la buena labor de Anthony Johnson y mantener con bajo porcentajes de efectividad anotadora a Lucio Redivo y Máximo Fjellerup.

Dado el primer golpe, Quilmes ganó el ritmo de playoffs y la confianza necesaria para enfrentar a Ferro Carril Oeste. El “Verde” llegaba descansado tras haber clasificado segundo en la Conferencia y se estrelló contra un equipo sólido que se apoyó en un Eric Flor letal: El escolta marcó 144 puntos totales en toda la serie, lo que equivale a casi 29 tantos por encuentro, una cifra extraordinaria y decisiva (no por nada fue elegido como el Jugador de Mayor Progreso en la temporada). Al igual que con Bahía Basket, el “Cervecero” forzó y ganó el quinto compromiso de la llave. Fue así como la ilusión no conoció límite alguno en el pueblo “Quilmeño”, que a cada paso que daba su equipo, se esperanzaba aún más con lograr otra hazaña.

Eric Flor tuvo una temporada excepcional. (Foto: carlos De Vita)

Fue así como el club de Luro y Guido, llegó una vez más a las finales de la Conferencia Sur. Con la participación en la próxima Liga Sudamericana de Clubes asegurada, el equipo marplatense se enfrentó al poderoso San Lorenzo. El duelo ante uno de los mejores planteles en toda La Liga dejó en evidencia el acotado recambio de nombres y el cansancio de un equipo que había llegado hasta dicha instancia quemando casi todos sus cartuchos –Quilmes fue el único que había jugado diez partidos hasta ese momento–. Finalmente, no hubo equivalencia alguna entre unos y otros y por eso el “Cervecero” se despidió de la postemporada con tres derrotas consecutivas, pero dejando una imagen más que positiva.
Llegaron unas merecidas vacaciones para todos los “Cerveceros”, pero para la dirigencia y el cuerpo técnico no es tiempo de relajarse. Va a ser muy importante el rearmado de un equipo que perderá a una pieza clave, como lo es su capitán, Luca Vildoza, quien luego de representar al “Tricolor” durante seis temporadas armó sus valijas para partir rumbo a España, donde lo espera el Saski Baskonia, equipo dirigido por nada más y nada menos que el histórico Pablo Prigioni.

Luego de que el sueño se terminara, los jugadores no pudieron ocultar su desilusión por cómo resultaron las cosas. Y si bien seguramente aún se siente la desazón de haber estado tan cerca de disputar la final de la Liga, con el paso del tiempo todo Quilmes se dará cuenta de que lo logrado este año fue increíble, además, por supuesto, esperanzador. Con Javier Bianchelli nuevamente a la cabeza y una base de lo que fue este ejemplar equipo, lo que suceda la temporada entrante podría ser verdaderamente grande, cuando los sistemas se encuentren mucho más aceitados y el plantel ya sepa de lo que es capaz.