María Luz Marín, la pieza clave detrás del documental de Vilas

Eduardo Puppo, periodista e investigador, tomó como propia la lucha de Guillermo Vilas por validar el número uno del ranking ATP que alcanzó en los años ‘70. La investigación se reflejó en una película documental titulada “Vilas: Serás lo que debas ser o no serás nada” en la plataforma de streaming Netflix. Marca Deportiva tuvo una extensa charla con María Luz Marín, esposa del investigador Puppo, quien tuvo un rol importantísimo en la búsqueda de la verdad. Los motivos, en esta nota.

María Luz Marín, esposa de Eduardo Puppo.

Por Lucila Morinigo (@lucilamgo)

El tenis es un juego que se realiza entre dos personas o dos parejas, en ambos lados de la red colocada en un perímetro rectangular al lanzarse con raquetas y una pelota, con el propósito de que la otra parte no acierte a devolverla. Dicha acepción, tan objetiva e intelectual como cualquier otra dictada por la Real Academia Española, no permite advertir el detrás de escena, esa carga mental y el esfuerzo físico al que se someten los jugadores. Sin dudas podría compararse a quienes eligen el ajedrez, representado en un tablero y sus piezas, las cuales le darán la partida ganada si se utilizan de forma acertada y estratégica.

En ese ajedrez mental que habita en cualquier tenista, las piezas pueden ser reemplazadas por momentos, elecciones y, por consecuencia, acciones.

La acción más clara de Guillermo Vilas, el mejor tenista argentino de todos los tiempos, tiene que ver con una carrera sublime y lo que ésta significó para ponderar al tenis como un deporte popular. Su “efecto contagio” marcó un antes y un después en la historia general del tenis argentino que disfrutó sus 62 títulos de singles y, dentro de ellos, los destacados campeonatos del Masters 1974 y sus cuatro Grand Slams (Roland Garros y el US Open 1977; y Australia ‘78 y ’79).

Las campañas exitosas de Vilas se concentran en 1975 y 1977, – este último sin dudas el más recordado por el récord que aún mantiene al hilvanar 46 victorias entre todas las superficies- y su propio razonamiento le llevó a cuestionarse más de una vez por qué no alcanzó alguna vez la cima del ranking mundial de tenistas profesionales, con tantos logros y un excelente desempeño. Esos cuestionamientos se transformaron en amables reclamos a la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), máxima autoridad encargada de contabilizar los promedios, que siempre le respondió con negativas. Es por eso que aquellas dudas se transformaron en una lucha que lleva más de 40 años, ahora con más herramientas que lo ayudaron en el camino para encontrar la verdad. 

Eduardo Puppo, reconocido periodista e investigador argentino, concentró su atención en el reclamo del zurdo surgido en el Club Náutico de nuestra ciudad por un revisionismo en la historia del tenis mundial: la australiana Evonne Goolagong fue oficializada como número uno en 1976, un reconocimiento que comunicó la WTA (Women Tennis Association) en 2007, 31 años más tarde. Aquel punto de inflexión empujó a Puppo a comenzar la investigación que jamás creyó que le demandaría más de 12 años de su vida sin poder estabilizar varios aspectos, entre ellos su matrimonio y la rutina familiar.

En el ajedrez de la vida de Puppo surge una dama: María Luz Marín, su esposa. La ex tenista destacada a nivel juvenil que supo comenzar su carrera a los siete años en el club River Plate a la par de Gabriela Sabatini, se convirtió en una pieza fundamental. Su hallazgo permitió la continuación de la investigación pausada por la cantidad de números a analizar y el posterior razonamiento matemático, de tal complejidad que se “necesitaba un Einstein”, según comentó Marín, en diálogo con Marca Deportiva.

Para quienes son ajenos al tenis y sus sistemas de clasificación no está de más aclarar que el ranking que posiciona a los jugadores se publica semanalmente. Sin embargo, el cálculo que se realiza en estos tiempos nada se asemeja con el de hace 30 o 40 años, que calculaba promedios y hasta otorgaba puntos “bonus” por derrotar a un jugador entre los puestos 1 y 24. Así, tanto Eduardo como su esposa, con ayuda de amigos, colegas y distintas personas que sabían del proyecto recopilaron los resultados de las 280 semanas en las que Vilas tenía mayor chance de haber tocado la cima: del 23 de agosto de 1973, día en que se publicó el primer ranking oficial, y el fin de la temporada de 1978. El problema llegaría a la hora de analizarlos correctamente, algo que ya rozaba la incapacidad de procesamiento matemático de todos los involucrados.

Guillermo Vilas junto a Eduardo Puppo.

A través de videoconferencia, María Luz recuerda entre sonrisas esas jornadas extenuantes pero “apasionantes”: “Fueron más de 20 mil resultados y 500 torneos sondeados de manera directa, ya que ni la ATP tenía registros porque los problemas de la época radicaban en los primeros pasos de la informática y los sistemas de procesamiento que ayudaban a tener el historial de competencias”.

Entre charla y charla, en esos breves momentos de la cotidianeidad que poco pudieron vivir en la última década, Puppo y Marín llegaron a la conclusión de buscar una ayuda externa, una mente superior o “algunos de esos compañeros tan inteligentes que tuviste cuando estudiabas”, como supo decir él en algún momento. Por ello, la cruzada de María Luz abarcó búsquedas infinitas de alguien tan resolutivo como apasionado por el tenis. En una de esas tantas averiguaciones hasta altas horas de la noche, la aparición de un posteo en un blog de datos y opiniones no oficiales creado por fanáticos del deporte de las raquetas llamó la atención de la dama: “Encontré a un chico, un eslovaco que había escrito sobre esa época del tenis, la de los setenta. Sin embargo, él no se animó una vez que le comenté de qué se trataba mi consulta pero sí recomendó a otro ´bloguero´, un rumano que resultó ser matemático y programador: Marian Ciulpan”.

El contacto con Ciulpan fue inmediato mediante correos electrónicos y Puppo le realizó inocentes pruebas para comprobar su compromiso con lo que se convertiría en la restitución histórica de una verdad comprobada por algo tan racional y objetivo como las matemáticas: Guillermo Vilas fue número uno del mundo durante siete semanas.

Claro, es que gracias al hallazgo de su esposa, el argentino y el rumano conformaron un binomio indestructible como si fueran los mejores doblistas del mundo. A través de los datos recopilados y la aplicación de un sistema especial creado por el programador, constataron que, entre agosto de 1973 y diciembre de 1978 la ATP sólo publicó 128 de las 280 semanas transcurridas; de esta manera 152 restantes quedarían vacías para ser otorgadas a otros jugadores. La deducción consecuente, además de palpar realmente resultados contables, obligó a los investigadores a reducir la búsqueda de la verdad al contraponer al rival más cercano al ranking de Vilas en ese momento: Jimmy Connors, destacado jugador estadounidense. El resultado de la investigación fue asombroso: en 1975, la ATP le otorgó a Connors 13 semanas publicadas y también las 39 que no aparecieron en ningún registro real; incluso hasta el día de la fecha la máxima entidad del tenis masculino no se pronunció al respecto para justificar la totalidad de las 52 semanas de ese año que llevan el nombre del estadounidense como número uno. En particular, por promedios calculados de manera exacta por Puppo y Cía, Vilas ascendió al número uno del ranking el 22 de septiembre de 1975 durante cinco semanas consecutivas, hasta el 27 de octubre, fecha en la que Connors recuperó la cima. El marplatense retomó dos semanas más, el 5 y el 12 de enero de 1976, números que cierran sus siete semanas en la cumbre.

Los resultados ya eran tangibles pero faltaba la pieza mayor: comunicarle la existencia y la comprobación de la lucha a su protagonista. Guillermo Vilas fue el último en conocer el largo camino de investigación y hasta diciembre de 2013 no supo de la misma.

–          ¿Cómo fue el momento y esa charla con Vilas?

–          Te diría que hasta fría. Eduardo se reunió un día muy caluroso de diciembre con él en un café y le entregó el sobre que resumía todo. Se lo recibió y siguieron hablando de cualquier cosa menos del tema. Claro, lo que vino dos días después fue lo verdadero. Vilas llamó a mi marido y le pidió disculpas por cómo reaccionó y desde ese día su relación cambió. Ya no eran el Puppo periodista y el Vilas tenista. Con el tiempo, se transformó en una amistad. Eran Eduardo y Guillermo.

El saludo de Guillermo Vilas con Eduardo Puppo.

 La ATP recibe las pruebas

El primer acercamiento de las pruebas a la ATP fue en diciembre de 2014, un año después de que Vilas tomara conocimiento de todos los resultados. El documental se explaya en ese proceso de intercambio confidencial que la entidad mantuvo con Puppo y el camino que aún no tiene un cierre: “En una investigación nadie te paga nada, la realidad es esa. Eduardo quiso buscar la verdad porque es lo correcto, no es lo que se merece Guillermo, es lo que es. Y tampoco es que él se lo pidió. Vos no podés decir que 1+5 es 4, es 6 y por eso es más sencillo saber qué es cierto y qué no. Sencillo, por así decirlo, nos tomó más de 12 años. Nos tomó una vida”, comenta María Luz, visiblemente emocionada, y agrega: “La casa dejó de ser una casa, era un lugar lleno de papeles y cosas. En el medio, dos hijos nuestros todavía vivían con nosotros, son tres y también ya tenemos dos nietos. Fueron muchos momentos que no estuvimos o no tanto como hubiéramos querido y pedíamos perdón todo el tiempo. Una cosa es ser la esposa de… y otra cosa es involucrarme y subirme al carro y decir – bueno vamos para adelante porque esta es la verdad -”. 

A su vez, el dato clave de ese período en que la ATP recibe el primer contacto de Eduardo coincide con la aparición de la productora que finalmente se encargó de esta película documental, Anima Films. “Ellos se comunicaron con Puppo por ser el que estaba a cargo de toda la investigación pero no para hacer un documental de la vida de Vilas sino para mostrar la lucha de un jugador contra una corporación que le negaba la realidad, sustentada por los datos encontrados”, recuerda Marín. 

Netflix, la plataforma elegida para el showtime

“Vilas: Serás lo que debas ser o no serás nada” es el título del documental película, término filmográfico para las producciones de más de 50 minutos con tintes biográficos, y la frase se encuentra verbalizada en la voz del propio Vilas, en uno de los pasajes del film. Dirigido por Matías Gueilburt, se estrenó en Netflix, uno de los principales servicios de entretenimiento por streaming con presencia en 190 países y compuesto por 193 millones de abonados.

Ex y actuales número uno del tenis como Rod Laver, Björn Borg, Mats Wilander, Boris Becker, Roger Federer y Rafael Nadal dieron su testimonio de manera voluntaria, según repasa María Luz: “Lo que más le gustó a Guillermo una vez que vio la película fue que esos jugadores lo pusieran a él a su mismo nivel, el de los número uno. Eso realmente lo conmovió”.

En la hora y media de duración, se recorren imágenes desde sus comienzos hasta la actualidad y se caracterizan por la naturalidad de las mismas: “Desde la producción me comentaban que no estaban acostumbrados a grabar de una sola toma. El guión existe en cualquier película. Pero todas las cosas que se ven en el documental sucedieron tal cual, sobre todo las del reencuentro entre Guillermo y Eduardo, después de dos años de no verse y sólo comunicarse por vía telefónica. Como anécdota, en particular para esa toma del reencuentro se usaron dos cámaras, porque al filmarse en un lugar privado como un restaurante había que pedir permiso con antelación y ellos no lo pidieron. Querían grabar el momento tal cual fue y por suerte pudieron lograrlo y retratar la esencia”.

La biografía de Vilas y su museo

Vilas se encuentra radicado en Mónaco desde 2016 con su esposa Phiangphathu Khumueang y sus hijos Andanin, Intila, Lalindao y Guillermo Jr. Previo al cambio de continente, el pupilo de Felipe Locícero le confió su historia y sus pertenencias a Eduardo Puppo.

“Desde 2014 que él y Eduardo trabajaron en un libro biográfico que ya está terminado. Faltaría el gran final (ríe). A su vez existe un depósito con todas las pertenencias de su carrera que guardó con detalle minucioso y Vilas decidió confiárselas a mi marido. El inventario es infinito pero está realizado. Para que te des una idea de los tesoros que se encontraron… cada vez que él jugaba no sé, una final, iba al vestuario se sacaba todo y lo guardaba en una bolsa y directo a la valija. Así, con todo. Lo más particular que recuerdo fue cuando Eduardo abrió la bolsa que tenía todo intacto desde la final de Forest Hills 1977. En cualquier repetición de video vemos que él gana el US Open y toda la gente se acerca a la red y quiere sacarle la vincha. Él alcanza a sacársela y la guarda en su bolsillo. Nos confesó que siempre pensó que la perdió. Eduardo la encontró intacta en el bolsillo del short, dentro de la bolsa correspondiente a ese partido, ¡una locura! Ahora estamos esperando que todo siga su curso pero está todo listo para hacer un museo con sus cosas, hasta tenemos las gigantografías guardadas para ese momento”.

El cierre de una etapa

María Luz Marín desborda de amor y calidez en las palabras hacia su marido. Su relación con el tenis y la búsqueda incesante de la verdad la supieron mantener de pie en los peores momentos: “Diría que fue por cómo soy, tal vez casi como un TOC. Si comienzo algo tengo que terminarlo. No era cuestión de abandonar. Por supuesto, sí, quiero darle un cierre y es algo que espero desde hace 12 años”.

A pesar del desgaste físico y emocional que le pudo traer a ella como individuo y al conjunto de ellos como matrimonio -llevan casados más de 30 años- , no se arrepiente de nada: “Te diría que el 99% de las cosas que estamos transitando, desde el estreno del documental hasta ahora, son emocionales. No hay un día en el que Eduardo ni yo no hayamos llorado. La repercusión es increíble y simboliza lo que intentamos hacer, que es retratar la verdad. Pero sí, necesitamos darle un cierre, más que nada por un tema de limpieza y sanidad mental”. A su vez deja en claro que la entrega no fue un sacrificio sino un esfuerzo: “Creo que los sacrificios los hace alguien que se levanta a las 4 o 5 de la mañana para trabajar en algo que no le gusta o tiene que tomarlo como un trampolín de ‘lo hago para luego poder hacer algo que me guste más’. Nosotros hicimos un esfuerzo en el que a veces, muy poquitas veces, se coló algo de sacrificio. Cuando nadie te paga por hacer algo es porque realmente sentís que por alguna razón -o miles- es lo justo y si nadie lo hace, alguien lo tiene que hacer”.

Esas palabras recuerdan a una resonante frase de Vilas, que se escucha a través de la reproducción de un cassette: “Lo disfruté después de que pasó; en ese momento tal vez uno no puede ser feliz pero sí podés hacer algo que, cuando lo recuerdes, te dé felicidad”.

La felicidad de María Luz Marín y Eduardo Puppo llegará a buen puerto cuando se conozca un nuevo veredicto de la ATP, casi como un jaque mate a su favor: “Puppo siempre me dice que me voy a morir de lo optimista que soy en todas las cosas de la vida, pero creo que se acerca un final feliz para todos, sobre todo para Guillermo porque es una restitución, es algo que le pertenece y le fue negado”.