Alvarado al Federal A: responsabilidades múltiples

El descenso del «Torito» a la tercera categoría del fútbol de ascenso para el interior del país es fruto de un año plagado de problemas, en su mayoría autogenerados y en otros casos, ajenos al equipo. Sin embargo, el desenlace se veía venir hace tiempo.

Por Rodrigo Divito (@rodrigodivito)

Si bien la sensación inmediata tras el descenso de Alvarado es que el problema estuvo en el tramo final del campeonato, en realidad se trató de una sucesión de hechos a lo largo del año que complicaron al club dentro y fuera de la cancha, atentando directamente contra las aspiraciones de permanencia.

Desde aquel 23 de junio de 2019, cuando consiguió el histórico ascenso a la Primera Nacional, las campañas siempre fueron difíciles: presupuestos bajos, planteles limitados y problemas para consolidar protagonismo en una categoría exigente. A pesar de todo, había logrado sortear obstáculos y sostenerse en la segunda división del fútbol argentino.

El 2025 fue distinto, aunque la historia empezó a finales de 2024. La primera señal fue una crisis institucional que intentó maquillarse como algo natural. El club debía elegir nuevo presidente y nadie se presentó para suceder a Emiliano Montes, que ya había manifestado su deseo de no continuar, desgastado por el día a día de la gestión. Pasaron semanas y se realizaron dos llamados a elecciones sin que nadie asumiera el desafío.

La salida fue una Comisión Normalizadora que supuestamente era para regularizar balances pendientes y mantener en pie la estructura institucional. Sin embargo, en la práctica, poco cambió: los mismos que estaban siguieron al frente. Fue el principio del fin.

Con un presupuesto más bajo que en 2024 y sin certezas, Gabriel Gómez, entonces entrenador, terminó agotado. Mientras los rivales incorporaban refuerzos, Alvarado no tenía técnico y pocos aceptaban el reto. Finalmente, se optó por la alternativa local: Gustavo Noto como coordinador y Alexis Matteo como entrenador tras su paso por Estudiantes de Río Cuarto.

La conformación del plantel no fue sencilla. En ese contexto apareció José Spinelli, exgerente del área de fútbol de Independiente Rivadavia de Mendoza y parte de un grupo empresario que aportaba dinero, pero imponía jugadores propios. Así, de 12 futbolistas contratados por Matteo se pasó a 37 en los entrenamientos: 25 refuerzos llegaron sin ser pedidos por el DT.

Trabajar bajo esas condiciones no era fácil y, tras un mal arranque, la dirigencia aprovechó la excusa para despedir a Matteo luego de la quinta fecha y contratar a un entrenador de la “empresa”: Pablo Quatrocchi. En 11 partidos sólo sumó 10 puntos, con 2 triunfos, 4 empates y 5 derrotas. El golpe definitivo fue la caída como local ante Arsenal, que hasta entonces no había ganado en el torneo.

El plantel quedó desarmado: muchos jugadores elegidos por Matteo fueron marginados o desvinculados. En el receso llegó Marcelo Vázquez para hacerse cargo, con la mitad del torneo por delante y un mercado pobre. Facundo Russo volvió a entrenar luego de haber sido aislado del plantel, se sumó Facundo Ardiles y el marplatense Diego Mastrángelo, que regresó a Gimnasia sin debutar. Al mismo tiempo, varios jugadores dejaron el club.

El debut de Vázquez tuvo el único tramo positivo del año: dos triunfos consecutivos (ante Colegiales y Atlanta, este último como visitante, algo inédito en la temporada). Después, el declive. En total logró 4 victorias, 8 empates y 6 derrotas. El último gol de un jugador propio fue contra Güemes en la fecha 26. En las últimas ocho jornadas, el equipo sólo marcó un gol, y en contra, aunque sirvió para vencer a Los Andes.

El déficit ofensivo fue permanente: le costaba llegar al arco y la falta de gol se volvió determinante. A esto se sumaron deudas salariales superiores a dos meses, porque la “empresa” dejó de aportar con regularidad.

El juego apenas mostró una mejora en los dos últimos partidos como local, aunque la situación ya era límite. Los creativos no generaban, los delanteros no convertían y lo único que sostuvo al equipo fueron algunos empates conseguidos desde la solidez defensiva, sello del ciclo Vázquez. Pero los errores acumulados en la conformación del plantel, los cambios de entrenadores, las decisiones deportivas equivocadas y arbitrajes poco favorables (típicos de la categoría) conformaron un cóctel que llevó a este desenlace.

Reducir la explicación a los fallos arbitrales o a un supuesto desinterés de AFA por Alvarado sería simplificar. Desde el inicio, varios factores funcionaron mal y se fueron acumulando hasta llegar incluso a las desafortunadas declaraciones de Vázquez, que le costaron estar en el banco en el último partido.

Aun así, el equipo llegó con chances a la fecha final, pero fue goleado por un Arsenal ya descendido, que destrozó las últimas ilusiones. Las responsabilidades fueron múltiples: malas decisiones dirigenciales, errores deportivos y un plantel que tampoco respondió en la cancha. Como suele recordarse, los que terminan definiendo siempre son los jugadores.

El enojo del hincha está repartido entre directivos y futbolistas. Sin embargo, quien acompañó durante todo el año, en una campaña con apenas 6 victorias en 34 partidos, sabe que el futuro debe ser distinto. Ahora se viene un duro Federal “A”, un torneo donde los descendidos desde la Primera Nacional suelen tardar mucho tiempo en recuperar protagonismo.

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